Hola amig@s, hoy quiero empezar esta entrada con una receta que creo nos gusta a casi todos, unas sencillas, fáciles y sabrosas croquetas de jamón serrano. No voy a descubrir nada nuevo, solo daros un par de truquitos que yo suelo ponerles para que resulten más apetitosas, por lo menos cuando yo las hago así me lo parece, y a mi familia les gustan mucho.
Empezaremos por los ingredientes (aproximadamente 35-40 croquetas según tamaño):
- 7 cucharadas de harina
- 1 cebolla mediana
- diente de ajo
- 600 mililitros de leche
- 1/2 cucharadita de nuez moscada
- una pizca de pimienta molida
- sal
- 2 hojas de gelatina neutra
- 150 gramos de jamón serrano picado
- aceite de oliva
- 2 cucharadas de mantequilla o margarina
- harina, huevos y pan rallado para el rebozado.
Modo de preparación:
Se empieza poniendo en una sartén un poco de aceite y se agrega la cebolla y el ajo muy picado. Cuando empieza a dorarse se le incorpora el jamón y se cocina unos minutos.
En un cazo aparte se pone la mantequilla a fuego bajo, cuando esté derretida se va incorporando la harina, poco a poco. Cuando ya la tengamos toda, le vamos echando la leche (que la tendremos ya caliente) poquito a poco. Una vez que ya tengamos toda la leche incorporada, sin dejar de mover para que no se pegue, le pondremos la nuez moscada, la pimienta molida y sal a gusto. Cuando esté todo incorporado, le ponemos la mezcla del jamón que ya tenemos de antes, y las hojas de gelatina que las hemos mojado previamente en agua fría. Seguimos removiendo y dándole vueltas a la masa unos minutos hasta que veamos que va tomando color y consistencia, y que se desprende del cazo sin pegarse.
La ponemos en un plato hondo, la tapamos con papel transparente y la dejamos reposar en la nevera 2 o 3 horas.
Cuando vayamos a darle forma a las croquetas, podemos usar 3 platos hondos, y en cada uno poner la harina, los huevos batidos y el pan rallado respectivamente. Vamos cogiendo porciones con una cuchara y le vamos dando forma a nuestras croquetas, las pasamos primero por harina, luego por huevo y por último el pan rallado. Cuando ya las tengamos todas es momento de freírlas. Yo frio las que vamos a comer en ese momento. Las que no, las pongo (sin freír) en una fiambrera y las congelo para gastarlas otro día. Así, las tengo ya preparadas para otra ocasión, y simplemente las saco del congelador y las frio.